top of page

EL PRINCIPIO

Mush se arrastraba perezosamente por el linde del lugar. Estaba contento. Hacía un magnifico día y la luz del sol calentaba su piel agradablemente, aunque para ser sinceros, aquí, en el lugar, todos los días eran igual de buenos. Su cuerpo reptaba a la perfección, encontrando de forma natural el camino con menor resistencia. La verdad, para ser éste su primer cuerpo, había que reconocer que lo llevaba de maravilla.

Cuando rodeó un pequeño promontorio, se encontró con Uriel parado en la entrada del lugar mirando el horizonte con gesto huraño.

- ¡Ah, el poderoso Uriel! – se dijo Mush con deleite. Le gustaba Uriel. Era el custodio del lugar y uno de los seres más poderosos de la reciente creación. Pero pese a su poder, era un ser simple con el que podía hablar y al no poseer ni un átomo de maldad, era su complemento ideal. Mush serpenteó hasta los pies de Uriel y levantó la cabeza para llamar su atención.

-Hola Uriel – dijo Mush con tono jovial.

Uriel lo miró y extendió las alas al mismo tiempo que señalaba al horizonte con su espada llameante.

-No lo comprendo, Mush. No comprendo a los monos.

Mush miró al horizonte, hacia donde señalaba la espada de Uriel y vio en la lejanía dos figuras que se encorvaban tras la distancia.

-Padre los ha desterrado.

-¿A los dos? – pregunto Mush con una sonrisa aviesa.

-No, sólo a él… pero ella decidió irse también - dijo Uriel sin dejar de señalarlos con la espada.

Mush no pudo evitar sonreír ante su papel en los acontecimientos. Después de todo, era lo que se esperaba de él. Le habían dicho que generara conflicto y lo había hecho. Le gustaba verse como un catalizador para que las demás criaturas alcanzaran su potencial.

-Son criaturas extrañas, ¿verdad?- dijo sin dejar de mirar el horizonte.

-Fue él quien cogió la manzana, ¿sabes?- dijo Uriel bajando la espada de fuego y plegando las alas- y cuando le sorprendieron, ¡la culpó a ella!

-¿De verdad?- dijo Mush intentando sonar inocente. Le parecía extraño que Uriel ignorara su participación en lo acontecido, pero si Padre no le había puesto al corriente, ¿quién era él para cuestionarlo?

-Y aun así, pudiendo quedarse, eligió irse con él.

Mush miró al cielo y vio los cambios que se avecinaban. Oscuras nubes empezaban a formarse en la lejanía. Todo se había puesto en marcha y ya nada sería lo mismo.

-Y ahora el tiempo les alcanzará….y la enfermedad – dijo Uriel en tono lastimero – Aquí estaba a salvo. ¿Por qué crees que lo ha hecho, Mush?

Mush miró a Uriel y por primera vez se compadeció de él. A pesar de su poder, era una criatura frágil.

-Debe de ser eso que llaman amor.

-¿Amor? ¿Qué es amor?- dijo Uriel.

Mush lanzó una última mirada al horizonte y se giró para meterse en el lugar.

-No lo entenderías Uriel. Tú no tienes alma. Y en cuanto a mí, me da igual. Yo solo soy una serpiente.


Featured Posts
Recent Posts
Search By Tags
No hay tags aún.
Follow Us
  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • Google Classic
bottom of page